Por Julián Pérez
A poco andar, el nuevo gobierno ha ido mostrando su rostro. Por detrás de los gestos simbólicos que han sido impulsados por su aparato de propaganda, en la práctica seguimos viviendo más o menos la misma situación política, económica y social que ya veníamos sufriendo como pueblos trabajadores bajo los gobiernos de la Concertación y la derecha.
Por un lado, el régimen de explotación se mantiene incólume mientras la crisis económica, la cual se expresa sobre todo mediante una inflación desatada producto principalmente de la especulación neolibral, ahoga día a día a la clase trabajadora. Por otro lado, el régimen estatal aplasta la movilización popular que demanda justicia y mejores condiciones materiales de vida, dando rienda suelta a la represión policial semana a semana. Todo esto ocurre a la vez que se mantiene y agudiza la militarización en el Wallmapu, aumentando los recursos (en medio de una enorme crisis económica) para el “mejoramiento” de la inteligencia y el aparato policiaco-militar con el iluso objetivo de frenar la avanzada del movimiento revolucionario mapuche autonomista. Aquello, lo que no es poco, bajo la amenaza de la implementación de un nuevo Estado de Excepción que no representa ninguna diferencia significativa respecto a la política colonialista que impulsó tanto Piñera como Bachelet durante el último decenio.
Esta claro que los aires de protesta y la utilización de consignas y demandas propias de la Revuelta Popular no fueron sino una maniobra puramente electoral. El gobierno hoy muestra su verdadero rostro: ampara a criminales como el General Yañez y al propio Piñera, este último quien, según el mismo Boric, se suponía iba a ser denunciado y perseguido por este gobierno a como diera lugar. También, este gobierno, defiende las AFP y se niega a entregar apoyos directos a los sectores más afectados por la crisis económica actual; aún menos se atreve a frenar la especulación mediante medidas ofensivas de algún tipo o, por ultimo, a eliminar el IVA de los productos básicos de consumo popular (todas medidas en que ningún forma afectan el funcionamiento “normal” del capitalismo). Nada de ello, sino todo lo contrario.
Por lo demás, la defensa hacía las fuerzas policiales que han actuado contra las manifestaciones ha sido total; el gobierno no solamente ha dado la orden de reprimir con las mismas tácticas que sabemos atentan contra los derechos humanos (y que en antaño fueron condenas por ellos mismos), sino que además ha dado sustento político a todas y cada una de sus actuaciones. Incluso, en medio de todo esto, ha sistemáticamente negado la existencia de presxs políticxs, o sea, borrando con el codo lo que ellos mismos sostuvieron antes y durante su campaña electoral (y que les permitió sumar un importante caudal de votos provenientes de la revuelta).
Pero lejos lo más grotesco ha sido la ratificación de Yañez en su cargo luego de que públicamente justificara la actuación de las bandas criminales organizadas alrededor de Barrio Meiggs. Y no solo eso, hace pocas horas el gobierno anuncia una querella (acción que ni Piñera realizó) contra Hector Llaitul, vocero de la CAM, por declarar algo que no es más que un derecho irrenunciable de los pueblos: la defensa de su propia existencia ante la amenaza policial y militar que crece bajo el amparo de este nuevo gobierno de la burguesía.
El gobierno del Frente Amplio, Partido Comunista y Partido Socialista, lejos de representar un cambio sustantivo a los objetivos estratégicos del gran capital sobre estos territorios, es más bien una nueva forma de profundización y defensa a ultranza de los intereses del poder dominante; no hay ninguna señal o acción que demuestre lo contrario. Nada de ello es tampoco una sorpresa, gran parte de esto se venía anunciando desde el primera vuelta en adelante. Pero, más importante aún es que resulta totalmente coherente con la actuación general de los partidos políticos que hoy conforman el nuevo gobierno. Iluso era pensar que habría un diferencia importante respecto a un comportamiento que se puede entender a estas alturas como histórico por parte de ese aborrecible sector político.