Francisco Leo
Mientras más de una veintena de mujeres mapuche de la comunidad de Temucuicui junto a sus hijes fueron detenidas por manifestarse contra el robo de más de 70 toneladas de alimentos por parte de carabineros, en La Moneda se vivía otro ambiente festivo de celebración de avances.
En un acto donde destacaba la presencia de mujeres que tuvieron un rol importante en roles represivos y de profundización del neoliberalismo, como Michelle Bachelet y Carolina Tohá, anunciaba de forma populista las medidas del gobierno. Medidas que se podrían haber anunciado y ejecutado en cualquier momento anterior, pero que fueron retrasadas para el show entre tajes elegantes y por qué no decirlo, un canapé.
Ligeras modificaciones a la ley de salacuna, nuevos fondos concursables para mujeres, promesas de atender mujeres en espera por incontinencia urinaria (lo cual es un deber del Estado) y un convenio entre Estado y farmacias para progresivamente bajar el precio de anticonceptivos (lo cual beneficia exclusivamente a las farmacias), fueron algunas de las tristes migajas anunciadas por el ejecutivo entre medio de los aplausos cómplices. Sin embargo, nada se habló de aborto libre, mucho menos de las mujeres privadas de libertad y las condiciones en las que viven y vivencian su cuerpo y maternidad. Ni si quiera fueron capaces de mencionar los bastos territorios donde se puede acceder al aborto en 3 causales debido a la objeción de conciencia de mercenarios de la salud.
Y es que no es nada nuevo bajo el sol. El gobierno continuador de la agenda de Piñera ofrece migaja neoliberales, ignora las necesidades de las mujeres trabajadoras y sus derechos reproductivos, reprime a aquellas que deciden no guardar silencio cómplice, integra a las exponentes del feminismo cuico, guarda silencio frente al brote de sarna que afectó a las mujeres y sus hijos en la cárcel de mujeres de San Miguel, protege a quienes asesinan a mujeres como Joane Florvil o al director general de carabineros, quién estaba al tanto de las fiestas sexuales de carabineros donde abunda la violencia sexual.
Sin embargo, aunque el capitalismo se esfuerza en asimilar la lucha antipatriarcal, sería un gran error no destacar que existen y resisten diferentes grupos organizados que no están dispuestos a dar a doblar el brazo por migajas, que no aspiran a escalar a puestos de poder en instituciones patriarcales sino que destruirlos, como se vio en la manifestación afuera de la cárcel de mujeres de San Miguel, en las mujeres mapuche que defienden el alimento de su comunidad o en las acciones de autodefensa contra carabineros al terminar la marcha por la Alameda.