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Por Colectivo Nómade

A tan solo 30 minutos de la capital se encuentra la comuna de Colina, la que ha vivido un crecimiento poblacional exponencial en los últimos años. A día de hoy, esta localidad se abastece prácticamente en su totalidad de la extracción de aguas desde pozos subterráneos. Esto, a pesar de que años atrás las comunidades se sustentaban del importante cauce del río Colina, que actualmente se encuentra totalmente seco a la altura de la ciudad.

 

Sin embargo, al internarse en la cuenca del lecho unos 20 minutos en auto en dirección a la cordillera aparece, como por obra de magia, un afluente cauce que, según Sergio Iriarte, geólogo de la Universidad de Chile, podría abastecer tranquilamente a gran parte de la población comunal. Sin embargo, ¿por qué entonces las personas y sanitarias deben cavar extensos pozos en busca de agua?, pues en medio del río existe una compuerta que desvía casi la totalidad del agua que baja desde la Cordillera hacia predios agrícolas y otras actividades extractivistas. Iriarte destaca que el abastecimiento a través de napas subterráneas es preocupante pues cada año se debe excavar más hondo para encontrar agua debido a que las napas no se están recargando de acuerdo a los ciclos hídricos naturales.

 

Esta situación es posible gracias a la actual legislación hídrica que permite que los dueños de los derechos de aprovechamiento de agua utilicen el vital recurso de acuerdo con sus propios intereses. En el caso de la cuenca del río Colina, el Ejército de Chile es dueño de una buena parte de los derechos de agua en la zona. Así, la institución castrense se los arrienda a la empresa agrícola Chacabuco Quality Grapes, exportadora de uvas, en desmedro de ser utilizada por la población de Colina.

 

El desvío de las aguas no es la única problemática que aqueja al Río Colina. La formación de microbasurales en la parte donde el cauce aún lleva agua ha provocado la pérdida de biodiversidad de un ecosistema que cada vez se ve más deteriorado. Estos microbasurales se han formado tanto por desechos que dejan quienes asisten a visitar el lugar, como por el traslado en grandes cantidades de basura domiciliaria al sector. Frente a esto, pequeñas iniciativas ciudadanas han intentado generar cambios con grandes dificultades debido a la ausencia de la municipalidad en dichas gestiones.

 

La industria extractivista destruye poco a poco las comunidades de Chile y el valle del Río Colina no es la excepción. La minera Anglo American ha generado una inmensa red de tuberías soterrados y superficiales que trasladan agua y mineral desde el valle donde se encuentra uno de los relaves de esta hasta la parte alta de la cordillera metropolitana donde se ubica la Mina Los Bronces. Así, se arriesga a las comunidades y ecosistemas a la contaminación de los ecosistemas y las fuentes hídricas que abastecen a la población local. La presencia constante de camiones que trasladan agua industrial en la zona da cuenta de que el agua existe. Sin embargo, no está destinada al uso humano, contraviniendo así uno de los principales y cada vez más deteriorados derechos básicos: el acceso libre y saludable al agua para las comunidades.