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Por Tamara González

Durante los años 1940, la principal actividad productiva de la costa de Ventanas era la pesca de jaiba y congrio, junto con la recolección de locos y machas. Más adelante, el censo del año 1952 determinó que el  88,1% de la población habitaba en sectores rurales de los cuales un 75% se dedicaba a actividades a la agricultura.

En 1964 se inauguró la Fundición y Refinería Las Ventanas que dependía de Enami (Empresa Nacional de Minería), lo que trajo nuevos habitantes a la zona. En consecuencia, se construyó una central termoeléctrica a carbón llamada Ventana 1. A dos años de la inauguración de la empresa, en el año 1966, se realizó la primera movilización en forma de protesta por el impacto ambiental que se producen por las chimeneas, el impacto en la salud de la población y las consecuencias que esta trajo para la agricultura de la zona. 13 años después, se creó una segunda central llamada Ventanas 2, quedando ambas a cargo de Chilectra. 

En 1966 se construyó el Puerto de Ventanas, el cual en primera instancia habría sido un balneario para la zona, pero tras la instalación de la fundición en las localidades de Quintero y Ventanas, ambas se consagraron como localidades industriales molestas y peligrosas.

En el año 1970 se inició el montaje de la planta de selenio, la cual utilizaba los residuos del proceso de fundición y refinamiento del cobre. En 1986 se concretó la construcción de una planta de ácido sulfúrico, la cual recién comenzó a operar en 1990. En consecuencia, se aumentó la longitud de la chimenea de la refinería a 70 metros, llegando a ser la más alta de Latinoamérica. Esta modificación dispersó los contaminantes hacia Campiche y Puchuncaví.

En 1976 se aprobó el decreto de ley N°1167 que reafirmó la nacionalización de las empresas estadounidenses y se creó la Corporación Nacional del Cobre de Chile (CODELCO), asignando el 10% de las ventas de Codelco para financiamiento de las Fuerzas Armadas. Cuando se planteó la privatización de empresas estratégicamente estatales, Carlos Quiñones, Ministro de Minería hasta 1980, estuvo en desacuerdo con la privatización de Codelco y Enami. Por su oposición terminó siendo destituido y reemplazado por José Piñera, quien al no poder privatizar las empresas diseñó la ley N°18.097 sobre Concesiones Mineras que fue creada para dar “acceso libre” y “seguridad judicial” a los inversores privados, la cual fue aprobada por el Tribunal Constitucional en 1981. 

En la zona nunca han existido garantías de manifestación en contra de la contaminación. Enami se negaba a reconocer el perjuicio al medio ambiente hasta el año 1990, cuando  Enami y Chilgener S.A reconocieron los problemas ambientales. En 1991 se aprobó el decreto que regula a los establecimientos y fuentes emisoras de anhídrido sulfuroso, material particulado y arsénico. Este decreto obligó a las empresas a instalar redes de monitoreo permanentes, a presentar planes de descontaminación y a comprometer un baja en las emisiones antes junio de 1999.

En 1992, se aprobó el plan de descontaminación del complejo industrial Las Ventanas. Este decreto aplicaba para Enami, para la Fundición y Refinería Las Ventanas y para la planta termoeléctrica Chilgener, y en lo concreto significó que debían cumplir en conjunto las normas de calidad de aire. El Ministerio de Agricultura declaró como zona saturada por anhídrido sulfuroso y material particulado respirable a la zona circundante al complejo industrial. A pesar de estas declaraciones y planes de descontaminación, que quedaban a cargo de las mismas empresas extractivistas, no existieron políticas públicas para revertir el daño; la intervención se limitó a asegurar que las emisiones fueran progresivas hasta llegar a un nivel “aceptable” de contaminación.

La disposición de las políticas públicas hacia un abandono de la población y un verdadero sacrificio del territorio y de sus habitantes se evidencia sola, a través de las incontables instancias de intoxicaciones a lo largo de los años.

En el año 1985 se comenzaron a evidenciar las primeras consecuencias de la contaminación en la zona. Una investigación realizada por Jaime Chiang comparó los niveles de arsénico y plomo en la sangre de habitantes de Peñuelas y Puchuncaví a través de la toma de muestras de 151 trabajadores de la fundición y la refinería, y encontró que el 60% de los participantes presentaba niveles de arsénico por sobre la norma nacional e internacional. Esta investigación preveía una intoxicación crónica que dañaría los órganos y provocaría enfermedades y cánceres prematuros. Además, también estudió los suelos y determinó que la cantidad de metales pesados tardarían alrededor de quinientos años en desaparecer.

Dos años después, salió la primera noticia que se atrevió a hablar de la contaminación de Ventanas, la que denunció la contaminación y la lluvia ácida de la zona. Este reportaje además incluyó a los “hombres de verde”, trabajadores que terminaron con coloración verde en su piel debido a la permanente exposición a metales pesados, sin medidas de seguridad.

El año 2011, producto de un cambio de los vientos, la localidad de la Greda amaneció cubierta por una nube tóxica, dejando a 1300 habitantes intoxicados. En marzo del mismo año, alumnos y profesores de una escuela de Quintero presentaron síntomas de intoxicación producto de una fuga de dióxido de azufre de la planta Los Maitenes de Codelco.

Ese mismo año, solo un par de meses más tarde, se produjo una segunda intoxicación. 

En el 2018 se produjo nuevamente una intoxicación en la zona, con 133 personas (niños y adultos) presentando síntomas de intoxicación en primera instancia. Este evento se asocia a un extraño polvo amarillo que cubria la zona. Con el paso de los días, fueron más de 1000 personas afectadas.

Luego de un nuevo caso de intoxicación que afectó a la comunidad escolar de Quintero, dejando a 14  estudiantes y 7 adultos de la Escuela República de Francia necesitando atención médica tras presentar síntomas como mareos, vómitos y un intenso dolor de cabeza, finalmente este año se anunció el cierre progresivo de la Fundición y Refinería Las Ventanas.

Con el paso de los años, el sector de Quintero dejó de tener como principal fuente de trabajo la agricultura y la pesca, la cual se vio mermada por la contaminación de las aguas producto de los metales pesados y el derrame de petróleo en la bahía.  Hoy el sector se ha transformado en una zona de sacrificio; donde las y los habitantes son expuestos a intoxicaciones de manera frecuente, donde lo único certero es el daño a la salud causado en, donde solo importa el dinero y no la vida. Las políticas públicas que han intentado responder ante esta situación se quedan en la pasividad, y aún el recientemente anunciado cierre de Ventanas no toca lo que es la industria privada del sector, que amenaza la integridad física de las y los habitantes del territorio.